En su mítico anuncio del Mac, Apple se presentaba como el gran salvador del Mundo Libre en contra del Gran Hermano a lo 1984 (en ese momento era IBM).
No deja de ser una ironía que hoy, con la introducción de Leopard (OS X 10.5) y sobre todo, el SDK del iPhone, los desarrolladores empiecen a ver a Apple como una verdadera amenaza. Ya no se trata de la disyuntiva entre un operativo basado en software propietario o un operativo completamente libre. En principio, hasta el momento, por muy propietario que fuese el mismo OS X se pueden escribir aplicaciones completamente abiertas (asumiendo que no tenemos acceso al código que rueda dentro del mismo operativo).
Sin embargo, un viejo fantasma muy querido de Microsoft empieza a hacer sonar sus cadenas por las oficinas de Cupertino: se trata del código firmado. En el caso de Microsoft, hizo correr mucha tinta la tecnología conocida como Palladium. Con Leopard, Apple ha introducido la posibilidad de firmar digitalmente los ejecutables, de modo que se pueda garantizar el origen de todo ejecutable. De momento es solo una posibilidad, es decir no hay obligatoriedad de firmar el código, pero si se hace, el operativo ofrece los mecanismos necesarios para validar dichas firmas.
El problema surge cuando avanzamos un poco en el tiempo y nos encontramos con el SDK del iPhone. En los iPhone el código debe firmarse siempre (de hecho, Apple cobra a los desarrolladores $99 por obtener una firma). Pero no se queda ahí la cosa, puesto que con esa firma, el ejecutable solo funciona en el iPhone del desarrollador. Para poder distribuirlo es necesaria una segunda firma, la firma de Apple.
Y aquí está el problema. Con esta medida Apple se convierte en arbitro absoluto sobre el contenido que puede ejecutar un iPhone. Esto, en principio, puede parecer algo bueno o deseable para una plataforma móvil como es el iPhone, puesto que ayuda a garantizar la seguridad de la misma, etc. etc. Solo hay un pequeño detalle. Otorga a Apple la potestad de vetar una aplicación. ¿Sirve para detonar explosivos a distancia? La veto. ¿Sirve para garantizar cobertura en el tráfico de armas? La veto. ¿Crea un nuevo mercado que nosotros (Apple), estábamos estudiando? LA VETO.
Y ahí está el problema. La capacidad de veto, garantizada por el código firmado confiere a Apple un poder que hace palidecer al concepto de código propietario.
No pensemos que es un mal menor porque solo afecta al iPhone. Leopard empieza a sentar la bases para esta tecnología en la plataforma OS X. Los programadores de Rogue Amoeba, en el magnífico artículo titulado“El código firmado y tú”, se preguntan si OS X 10.6 no extenderá la posibilidad de firmar a obligatoriedad de firmar, para en una release futura otorgarse la capacidad de bloquear accesos a determinadas API o simplemente impedir el desarrollo de determinadas aplicaciones.
Una linea muy delgada es la que separa la seguridad del abuso. Y en estos momentos, creo que Apple se tambalea sobre ella. Esperemos que no caiga hacia el lado equivocado y arruine la fabulosa experiencia que ahora mismo es su entorno de hardware y software.